CUADERNO DE BITÁCORAS POÉTICO GUATEMALA 2025. Tercera Crónica.
Es complicado esto de la literatura de viaje, siempre hay una lucha por el tiempo entre dos personajes el viajero y el escritor. Funcionan como una polaridad en un polo está el primer personaje, el viajero, solo quiere camino, moverse, saltar de vivencia en vivencia, divisar nuevos paisajes, alcanzar nuevos horizontes. En el polo opuesto nos encontramos al escritor, un personaje que requiere quietud y sosiego, que siempre está buscado esa guarida donde adentrarse consigo mismo y entrar en ese tiempo lento que requiere la escritura para contar y cantar lo vivido. A pesar de la rivalidad ambos personajes se complementan y se necesitan para llegar a sus estados más elevados. El viajero sin hondura, degenera en turista engullidor de paisajes, gastronomía, artesanía y otros productos de consumo. Mientras que el escritor sin vivencias, por muy perfecto que sea en su técnica literaria siempre tendrá algo de impostor, de charlatán artificioso. Por eso el binomio viaje y escritura sigue siendo pese a las dificultades un matrimonio maravilloso, aunque a veces, como ocurre en todos los matrimonios, discutan.
Escribo esta tercera crónica el viernes 19 de septiembre desde el paraíso terrenal, que es como yo concibo esta fiesta de los sentidos que es el lago Atitlán. Son las 18:00, se va apagando el esplendor de la tarde lentamente devorado por la noche incipiente y unas aventadas nubes grises que amenazan con descargar una tormenta. Y es, gracias a este ambiente revuelto, que mi yo viajero se inhibe y se rinde a la evidencia de que toca recogimiento. Y es cuando aprovecha mi escritor su oportunidad para buscar ese refugio donde guarecerse a realizar su quehacer poético. En este caso la improvisada torre de Babel es el porche de la casa de la familia Canella en Panajachel donde otro año más me han acogido generosamente. Desde la privilegiada atalaya, entreveo entre sombras las copas de los árboles alborotadas con el viento e intuyo levemente entre la oscuridad al lago revuelto. Mi yo viajero ruega entonces que el panorama cambie para mañana que he previsto embarcarme en sus entrañas acuáticas. Poco a poco sin embargo el yo escritor consigue extraerse de todo y ponerse a la tarea. No toca todavía hablaros de este mágico lago, eso será materia de la próxima entrega, ahora lo que toca es retrotraerse al punto donde dejé mi crónica anterior, justo a aquella tarde del domingo 14 donde aturdido por el jet lag me reencontré con una Ciudad de Guatemala llena de sonrisas y más ruidosa que de costumbre por ser la víspera del día de la Independencia. Empieza a llover, el ruido de la lluvia ayuda a la introspección. Vamos a ello.
Otra Día de la Independencia guatemalteca.
Volvamos a mi primera noche en Ciudad de Guatemala, recuerdo que a pesar del cansancio, tarde en dormirme, a mi céntrico pero humilde alojamiento llegaba la amalgama de sonidos estridente de la fiesta, las bocinas de los carros, el estruendo de las vuvuzelas, la maraña de tambores y trompetas llegaban a mi alcoba. Mañana iré al Palacio Nacional en la Plaza de la Constitución recuerdo que pensó en ese momento mi yo viajero. Como siempre me toca venir por estas fechas, termino topándome con la Fiesta del día de la Independencia, en 2019 tocó en la ciudad de Antigua, el año pasado en San Pedro de la Laguna y este en la capital. Poco a poco sin embargo el agotamiento del largo día se alió con Morfeo que me fue llevando a su onírico reino.
Por la mañana, a pesar de que me apetecía ser fiel a la letra de la magnífica canción de «La mauvaise réputation» del cantautor francés Georges Brassens que dice eso de “si es la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual” finalmente entre mi yo viajero y mi niño interior consiguieron sacarme de la cama y movilizarme hacia a la céntrica plaza capitalina epicentro de la patriótica fiesta. Conforme mi Uber se acercaba a su destino, los decibelios de las bocinas, las incontables bandas de música y el griterío de la chavalería que agitaba banderas, iba aumentando. La argamasa sonora llegaba a su máximo esplendor junto a la fachada principal del Palacio Nacional. La plaza tan abarrotada que a duras penas me pude subir a un pórtico un poco elevado y allí entre dos columnas puede ver algo del espectáculo.
Por mis ojos pasaron los más variopintos desfiles, de escolares uniformados, bandas musicales diversas, agrupaciones de majorette con un aire retro que a mi me parecían sacadas de cuentos infantiles, todo tipo de abanderados, agrupaciones vestidas con las coloridas indumentarias de origen maya así como los animados porteadores de antorchas que simbolizan el fuego de la libertad conquistada con la independencia de España el 15 de septiembre de 1821. Todo con el aire marcial militar y de exaltación de la identidad guatemalteca, que yo ya había visto en mis anteriores experiencias en Antigua y San Pedro de la Laguna, solo que como corresponde a la capital, a una escala mayor. Estuve un par de horas dando vueltas por la concurrida plaza y por la comercial Sexta Avenida, contemplando aquella explosión de fervor popular con curiosidad antropológica.
Comí una ración de chorizos y carne asada en uno de los muchos puestos regentados por mujeres mayas con sus alegres huipiles arcoíris. Después di por concluida mi reencuentro con la fiesta nacional guatemalteca y regresé a mis aposentos con unas emociones contrapuestas. Ciertamente la independencia de la corona española es algo digno de festejar, en la humanidad nunca deberían tener cabida los imperios. Aunque sería mucho decir que la independencia supuso una emancipación total para la joven república guatemalteca. Hoy día en demasiadas cuestiones se siguen manteniendo aún múltiples servidumbres, como tantos pueblos latinoamericanos. Ahora las dependencias ya no son tanto con España, sino sobre todo con el poderoso vecino norteamericano, que sigue ejerciendo como nuevo imperio y que continúa interviniendo injustamente en toda la América Latina, a la que considera su patio trasero. Con la administración Trump, este intervencionismo se ha vuelto todavía más agresivo, y al igual que ocurre por nuestra vieja Europa, por aquí también empiezan a sonar tambores de guerra.
Por un lado me repele ese aire marcial, patriota y militarista que empapa todo el evento, pero por otro lado me atrae ese orgullo de un pueblo, que pese a las penalidades y atrocidades se mantiene alegre, digno y esperanzador.
Después de la larga y merecida siesta lo que quedaba de la tarde y la noche, como habían pactado previamente mi yo viajero y mi yo escritor fue para escribir la anterior crónica.
Un maravilloso encuentro, una sinergia artística de poesía y música.
El día después de la Fiesta de la Independencia me esperaba un encuentro muy especial. Me gusta decir que en los viajes tan importante o más que el paisaje es el paisanaje. Porque si algo me ha regalado Guatemala desde mi primer viaje en el 2019 es el encuentro con personas maravillosas, tanto en lo poético y artístico como en lo humano y solidario. Con no pocas de ella he forjado una maravillosa amistad, cuando uno está fuera de su lugar, busca siempre a su tribu, aquellas almas que vibran en la misma frecuencia que la tuya, y en estos años he ido tejiendo como si fuera un güipil de muchos colores, ese telar de relaciones que es mi tribu guatemalteca.
Os quiero presentar un bonito hilo que este año me ha regalado para continuar ampliando este metafórico arcoíris textil. Para ello me tengo que retrotraer a poco más de un mes, cuando una noche desde mi casa de Casarabonela, andaba dándole vueltas a la agenda de eventos poéticos guatemaltecos todavía vacía. Como otros años mi idea era hacer algunos talleres y un recital poético o encuentro de autor. Había un lugar que no podía faltar, el hospital de la UNOP, donde desde que fui por primera vez en mi primer viaje, venimos organizando talleres con la Fundación AYUVI, que apoya a menores pacientes oncológicos. Inicialmente mi idea era hacer un taller de rap y poesía, un tema especialmente atractivo para adolescentes y que ya habíamos tenido alguna experiencia online con los raperos Dyso y Rafa Psico de Ciudad Real (España) y Rebeca Lane de Guatemala. Pero tenía el problema de que en esta ocasión no podía contar la presencia de ninguno en el hospital y eso me obligaba a buscar un rapero o rapera para la actividad. Fue entonces cuando toqué otro hilo de mi telar guatemalteco, a Luis Molina, poeta del colectivo Luciérnaga que conocí el año pasado. Le conté por whatsapp mi idea a Luis y le dije que si el conocía a alguien del mundo del rap. Me contesto rápidamente diciéndome que conocía a una patoja, que hacía cosas muy interesantes con poesía, ritmo y música y que también usaba el rap. Yo no tenía muy claro ni que era una patoja, después ya me contaron que es como se les denomina popularmente a las chicas jóvenes, ni exactamente que es lo que hacía esta chica. Luis me dijo que si quería me mandaba el teléfono para que yo hablara directamente con ella. La patoja se llamaba Daniela Berguer y tengo que admitir que estuve a punto de no llamarla y replantearme otro tipo de taller para la UNOP, pero después pensé que nada tenía que perder. Finalmente la llamé y me encontré con una persona y una artista sorprendente, con una generosidad, positividad que me embaucó desde el principio. Su predisposición era total, me dijo que si a todo, con un entusiasmo desbordante. No podemos decir sea una rapera, aunque el rap también está dentro de su amplio menú, era mucho más que eso. Os pongo lo que dice una biografía que aparece en la web del Ministerio de Cultura y Deporte de ella.
Daniela Berger es una artista multidisciplinaria. Cancionista/cantautora, bailarina de tap, payasa humanitaria, actriz y performer. Licenciada en arte con especialización en música y profesora de la metodología para la danza 100 ritmos 1 paso. Se ha dedicado los últimos años a integrar sus distintas habilidades para crear e innovar. Actualmente tiene varios proyectos personales en marcha: Dahirani (música), Tapintura (tap con pintura/artes visuales), Tapulele (Tap con ukulele/entretenimiento) y CoVersátiles (Show y amenización musical en dúo). Dani es una artista experimental que busca crear y comunicar a través de su talento multifacético y su pasión por explorar.
Como ya reflexioné durante mi primera crónica, es extraña la forma que tiene la vida de llevarte por atajos fuera del camino que tenías previamente marcado y terminar dándole una maravillosa vuelta al guion que te habías planeado previamente.
Dani se volcó desde el principio, se metió hasta la cocina en todos mis proyectos, le dimos una vuelta de campana al taller de la UNOP, con un nuevo enfoque EL DISCO DE MI VIDA. Creando mi banda sonora. Pero no sólo se quedó ahí, le conté que estaba buscando lugares para hacer mis actividades y me puso en contacto con el Centro Ayurveda Guatemala para realizar mi taller de haiku y después me contactó para hacer un recital con PEN GUATEMALA. Organización de escritores, periodistas y comunicadores de la palabra.
Sentí tanta afinidad con ella que me atreví a proponerle que porque no hacíamos un recital conjunto poético musical y también me contesto con un entusiasta sí.
Así que finalmente aquella patoja, acabó por ser la clave para que aquella agenda vacía empezara a llenarse de maravillosos eventos. Gracias a la vida y al amigo Luis Molina, por haberme cruzado con Dani. Una vez presentada a la patoja en cuestión, podemos volver a retomar el hilo de mi crónica. El segundo día en Guatemala, el martes 16, había quedado con Dani. Era un encuentro muy importante porque a pesar del mes que llevábamos de trabajo online preparando las actividades, sólo nos habíamos visto a través de las pantallas todavía no nos conocíamos de forma presencial. Sobre todo era muy necesario para el recital conjunto. Estaba trabajado sobre el papel, teníamos cerrada la escaleta del evento con mis poemas, sus canciones y eso que llamamos “otras hierbas” que pretendían ser temas híbridos donde mezclábamos ambas artes. Pero claro, no habíamos podido ensayar ni un minuto. Así que quedamos en su casa familiar en un municipio limítrofe a Ciudad de Guatemala llamado Santa Catalina Pinula. Cuando llegué, por fin pude comprobar que mi compañera artística afortunadamente no era un holograma creado por inteligencia artificial, sino una maravillosa personita de carne y hueso. Dani me enseño la hermosa y amplia casa, con un jardín selvático y una sala de ensayo con guitarra, cuencos tibetanos y una buena colección de otros instrumentos algunos de los cuales no conocía. Me presento a sus padres, su hermano, sus perros y sus gatos, todos humanos y animales me hicieron sentir como en propia casa con su hospitalidad. Después nos volcamos a la tarea. Fue un intenso día de música y poesía donde fuimos ensayando todos y cada uno de nuestros poemas, canciones y otras hierbas. La experiencia presencial confirmo con creces la buena sintonía creativa que había entre nosotros y que definitivamente había sido una estupenda idea que nos lanzáramos a esta aventura donde vuelvo a confirmar que cuando se suman las artes, paradójicamente no se suman sino se multiplican. Como ejemplo de lo que digo y como colofón a esta crónica os traigo aquí uno de los temas donde fusionamos su canción y mi poesía.
Gracias Dani por todo tu entusiasmo, tu energía y generosidad.
Hola Paco!!! Desde tu querida Casarabonela te escribo para decirte que me encanta tu viaje y esa sinergía que logras con las personas que conoces en el centro de mi continente Latinomamericano. A pesar que sabes que te apoyo desde acá, te seguiré como un lector y compañero de vieje. Un abrazo amigazo!!!
Hola guapo, me ha encantado tu crónica viajera y tu recital con Dani, cualquier día, en cualquier viaje a esas tierras te veo anunciandonos que te quedas explorando el continente, ya sea siguiendo la ruta poética de Rubén Darío o la de Bolívar, a la vista de los acontecimientos posiblemente será esta última, ya que los gringos nos siguen recordando que América es su cortijo . Un abrazo.
En Vivir Poéticamente son versos protegidos. Respetamos tu privacidad como una obra maestra, cuidando cada detalle con delicadeza. Cada visita es un susurro protegido, cada interacción, un poema seguro. Navega con confianza y alma tranquila.\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\"
Privacidad
Hola 👋👋👋 Si buscas al Poeta, Tallerista, Arteterapeuta y Terapeuta de la Poesía, escríbeme y juntos exploraremos el arte que sana el alma.
Hola Paco!!! Desde tu querida Casarabonela te escribo para decirte que me encanta tu viaje y esa sinergía que logras con las personas que conoces en el centro de mi continente Latinomamericano. A pesar que sabes que te apoyo desde acá, te seguiré como un lector y compañero de vieje. Un abrazo amigazo!!!
Hola guapo, me ha encantado tu crónica viajera y tu recital con Dani, cualquier día, en cualquier viaje a esas tierras te veo anunciandonos que te quedas explorando el continente, ya sea siguiendo la ruta poética de Rubén Darío o la de Bolívar, a la vista de los acontecimientos posiblemente será esta última, ya que los gringos nos siguen recordando que América es su cortijo . Un abrazo.
Querido Pancho, el soporte tecnológico de mis sueños, me encanta tenerte también como lector. Gracias por tu apoyo y por tu amistad.
Hola Paco
Gracias por compartir tu viaje y tus experiencias.
Un fuerte abrazo