ATITLÁN, EL ESPEJO DE GUATEMALA. Una mirada más allá del paraíso.

Sep 25, 2025 | Cronicas | 1 Comentario

CUADERNO DE BITÁCORAS POÉTICO GUATEMALA 2025. Cuarta Crónica.

Todo buen viaje que se precie, está lleno a su vez de pequeños viajes. Es algo así como las matrioskas esas muñecas rusas, que se contienen unas dentro de otras. Es así que el miércoles 17 por la mañana, cuando apenas llevaba tan sólo tres días por la capital guatemalteca, otra vez me encontraba haciendo las maletas. Había quedado con mi gran amiga Berta y su hijo Andy en que me recogerían sobre el medio día para irnos al que quizás sea uno de los destinos más mágicos de este bello país arcoíris, el Lago Atitlán.  Ya es la tercera vez, que hago una escapada a este lago fascinante, cada quien tiene su paraíso y el mío desde que lo descubrí en 2019 es Atitlán.  El año pasado realice ya una crónica titulada precisamente Atitlán: Paraíso misterioso y esquivo , dejo aquí el enlace a aquel artículo por si alguien le apeteciera leerlo porque es complementario y completa  este que ahora escribo. https://poeticamente.es/atitlan-paraiso-misterioso-y-esquivo/ .

Por una vez mi yo viajero y mi yo escritor, estaban totalmente de acuerdo en volver a esa inmensa masa de agua rodeada de verde selvas, pueblos mayas y gigantescos conos volcánicos, a la que alguien llamó con gran acierto poético el espejo de Guatemala.

Tengo marcado estos cuatro días que le quedan a mi primera semana por Guatemala, descansar del trajín de mi venida, reposar el cuerpo y recargar el alma en esa fiesta de los 4 sentidos que es Atitlán y disfrutando también de unos amigos tan espaciales. Tengo que confesar que ir a la casa de Panajachel de la familia Canella por segunda vez es recorrer una distancia que no solo se mide en kilómetros.  Para mi es viajar a un mundo que no es el mío habitual, en mi anterior crónica que arriba os he dejado, hable con mucho detalle del autentico jardín del Edén que se mira en el espejo del lago en donde está situada la hermosa y confortable casa. Pero eso es lo bonito de estos viajes trasladarse a esos territorios que no son los tuyos, con los ojos abiertos, la piel permeable y el alma receptiva. Así que tengo muchas ganas de abrir esta katiuska y embarcarme en este nuevo microviaje dentro de mi viaje.

Una vez en el carro de mis anfitriones, las tres horas aproximadas del trayecto se hicieron entretenidas, entre la emoción del reencuentro, ponernos al día sobre como nos había ido a cada quién en el año, contarnos los planes que teníamos para los cuatro días que pasaríamos por el lago y darle un repaso al mundo, que tanto había cambiado desde la anterior vez. Casi sin darnos cuenta ya estábamos en Panajachel.

Diseno sin titulo 1

Nada más entrar a la casa, me fui a su imponente porche y busqué entre la frondosidad de los arboles el mágico espejo acuático. Allí estaba calmo y majestuoso. Sentí entonces que había llegado a otro universo totalmente distinto del que venía. La Ciudad de Guatemala y el lago Atitlán, son posiblemente los escenarios más opuestos dentro de este país de contrastes. Son como mundos antagónicos, la Ciudad de Guatemala es un torbellino urbano de velocidad y ruido; Atitlán es un remanso de calma, memoria y naturaleza. Uno grita, el otro susurra; uno exige, el otro invita a quedarse y escuchar. 

En tan sólo tres horas de trayecto habíamos dejado atrás la Ciudad de Guatemala, una urbe que respira a golpes, como un tambor que no cesa. Sus calles son arterias llenas de bocinas que rugen, de luces que parpadean como señales urgentes. El aire vibra con prisas, con humo, con voces que se atropellan unas a otras, y el tiempo parece escurrirse entre los edificios, imposible de atrapar. Caminar allí es danzar entre el caos, sentir el pulso de la ciudad en la piel y en los oídos, un latido eléctrico que nunca se detiene. Solo las pinceladas de selvas y las sonrisas de muchos de sus habitantes, hace que se pueda vivir en medio de la hostilidad reinante.

Pero ahora habíamos llegado a un escenario bien distinto. El lago Atitlán, nos acogía de nuevo con un respiro que lo envolvía todo con una luz que caía sobre el agua como su manto tibio. Las eternas siluetas de los volcanes seguían allí como el año pasado y parecía que nos recibían inclinando sus espaldas como guardianes pacientes. Respiré hondo y sentí otra vez su inconfundible aire fresco, cargado de tierra mojada, flores y maíz. También escuche atento ese casi silencio que no es ausencia, sino canto sutil del agua murmura, del viento recita plegarias, de la memoria de los pueblos mayas latiendo en cada piedra, en cada senda, en cada reflejo del sol.

lago Atitlan de Guatemala

Efectivamente, no había duda posible, habíamos llegado otra vez en al lago Atitlán el inmenso espejo acuático de Guatemala.  

El milagro de despertar y asomarse al espejo cambiante de Atitlán.

Según lo programado mis días en Panajachel fueron de reposo, amarre a uno de los grandiosos árboles del jardín con unas bellas vistas al lago a mi yo viajero, le puse una mortaja y le dije, espérame un tiempito por aquí y disfruta tu también de este asombroso espectáculo. Después le eché el brazo por el hombro a mi yo escritor y le dije, bueno amigo ahora es nuestro tiempo, nos toca a nosotros.

Efectivamente tres de los cuatro días de mi estancia, fueron para descansar, bañándonos en el jacuzzi del porche y en la piscina junto al lago, contemplando la belleza de este entorno inigualable. También fue un disfurte las largas conversaciones de mesa y sobremesa con Berta y Andy donde platicábamos largamente sobre todo lo humano y lo divino.  Apenas salimos de aquella casa y aquel jardín paradisiaco salvo para comprar víveres y la visita obligatoria a la calle Santander, donde se encuentra uno de los más policromáticos mercados turísticos de Guatemala.

Algo que he gozado especialmente es cuando por las mañanas me despertaba, me sentaba en el porche con mi yo escritor al lado y simplemente contemplaba los hermosos cambios a veces lentos y sutiles, otros repentinos y violentos de un entorno que en estas fechas siempre anda transitando entre la calma y tormenta. Después intentaba captar ese instante mágico. Como muestra traigo aquí un poema en prosa que hice una de esas mañanas.

El lago Atitlán despierta primero con murmullos: el aire se agita, y las aguas titilan como si sintieran un presagio. Nubes negras se apiñan sobre los volcanes, y el viento arrastra los árboles, que inclinan su espalda con respeto. Las olas se alzan, golpean las orillas con un rugido contenido, y la lluvia cae en hilos finos, luego en cortinas densas que borran los reflejos de los pueblos y del cielo. El lago parece un corazón encendido, un espejo quebrado que late con furia.

Pero luego, lentamente, la tormenta se disuelve. La lluvia se hace susurro, las olas se suavizan, y los volcanes reaparecen, majestuosos y tranquilos. El viento trae consigo aromas de tierra húmeda y maíz recién regado, y el agua vuelve a reflejar el cielo con su azul profundo, como si nada hubiera ocurrido. La calma del lago no es silencio, sino un suspiro largo, la respiración paciente de la tierra y del agua, un pacto que recuerda que la fuerza y la paz pueden habitar el mismo lugar.Y así, Atitlán enseña que en él coexisten dos verdades: la tormenta que despierta al corazón, y la calma que lo abraza; y que cada cambio es un canto, un espejo de la vida misma, siempre oscilante entre la furia y la quietud.

Mirando detrás del espejo. Un infierno bajo el telón del paraíso

La tarde/noche del jueves 18  para descansar de tanto paraíso, me dio por asomarme de nuevo al mundo, a través de esa ventana que es internet. Revisé mis WhatsApp y email, vi las noticias y comprobé que a pesar de que yo vivía inmerso en la gloria de mi particular parnaso, esta bolita azul en que vivimos y donde también está este mágico lago, seguía deslizándose vertiginosamente hacia el infierno.

Especialmente eran terribles las noticias que venían de Gaza donde le ejercito israelí seguía día tras día perpetrando su genocidio ante los ojos de todo el mundo. Cierto es que incluso ante acontecimientos tan atroces, la humanidad también saca su otro lado, como las flores que nacen en medio de un estercolero. Conseguía calmar un poco mi inmenso dolor, saber que al menos una parte muy importante de la humanidad seguía protestando ante la barbarie. Entonces me volví a hacer una pregunta que ya me hice cuando venía en el avión ¿Habría en Guatemala también protestas contra el genocidio atroz en Palestina? Le trasladé a Google mi pregunta y me alegro encontrar la respuesta, en forma de una convocatoria para el próximo domingo

Accion por palestina

Como no, también en Guatemala afortunadamente esa parte de la humanidad más consciente también levanta la voz ante la masacre palestina. Ahí estaba esa tribu solidaria de los que no podemos callar. No podía faltar a esa convocatoria Hable con mis anfitriones que comprendieron la importancia que tenía para mi ir a este evento y generosamente accedieron a adelantar unas horas nuestro regreso el domingo a Ciudad de Guatemala.

Después volví a mi porche y empecé a ver el lago con otros ojos. En este momento, la palabra genocidio la asociamos de forma casi automática con Gaza, pero desgraciadamente, la historia de la humanidad esta llena de episodios a los que podemos aplicar este concepto. Y es que aquí en este paraíso que es Atitlán, no hace mucho también se perpetró un autentico genocidio contra la población campesina maya de estos pueblos que abrazan el lago.

Atitlán guarda en su piel la contradicción más honda: un paraíso de espejos azules donde anidó, no hace tanto, el infierno humano.

Aquel pensamiento, me hizo ver de otra manera a esos volcanes que parecen dioses dormidos, entre las aguas que se abrían como un corazón en calma y empezaban a resonar gritos ahogados, pasos de soldados, llantos que nunca llegaron a la orilla. La belleza del paisaje era tan intensa que dolía más, ¿cómo podía seguir cantando al viento sobre los cafetales, a las aguas reflejando el atardecer rojo, sin dejar de recordar el rojo de tanta sangre derramada?

Accion por palestina 1

Ya no podía seguir viendo al lago como un edén intacto, sabiendo que bajo esa calma latían mil cicatrices. Los pueblos mayas, hijos de la tierra y del agua, siguen guardando en su memoria la violencia que quiso arrancarles su raíz. Allí donde hoy resuena la risa de los niños, hubo un tiempo en que el silencio era impuesto. Atitlán es un espejo doble: uno que muestra la perfección del mundo natural, y otro que devuelve la sombra de lo que el hombre es capaz de hacer contra su hermano. Y quizás en esa contradicción reside su verdad más profunda: la belleza no borra el dolor, pero lo contiene; y la memoria, como el agua, nunca olvida.

Después de la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala en 1996, que pusieron fin a 36 años de conflicto armado interno, se abrió la esperanza de construir un país más incluyente y justo, especialmente para los pueblos mayas, que habían sido históricamente los más afectados por la violencia, el despojo de tierras y la represión estatal. Sin embargo, la marginación de las comunidades indígenas ha persistido de manera estructural hasta el presente. El lago, espejo de todos los tiempos, sabe que la verdadera paz no llega sólo con decretos, sino que solo terminara de llegar con la justicia.

Con estas reflexiones en mi cabeza me quede mirando el lago y de mi corazón brotó esta décima espinela como un homenaje poético.

Tras la paz quedó la herida,
el olvido y el silencio
mayas pagaron el precio
de exclusión nunca vencida.
Resiste la voz sufrida,
con milpa, volcán y canto,
al recuerdo del espanto
de esta gente de maíz
el lago guarda raíz
de dignidad tras su manto.
la ruta hippie

Un paseo en lancha por el lago. La ruta hippie de Atitlán

El devenir del tiempo aunque lento es implacable, tocaba otra vez cambiar de registro, sería un pecado capital irse del lago sin navegar por sus entrañas. Así que el viernes fui a hablar con mi yo viajero que seguía el pobre atado al árbol. Le desaté y le dije vente que mañana vamos a dar una vuelta por el lago. El sonrió feliz y me mostró su dedo pulgar como señal de apoyo entusiasta. Con la misma cuerda, amarre a mi yo escritor, y le dije bueno compañero, han sido tres días maravillosos, pero ahora te toca a ti esperar. El sonrió también porque sabía que tocaba abrir otra de las matrioskas y que a el después más tarde le tocaría escribir este nuevo paseo que sin duda le inspiraría en su labor. 

Fui entonces a hablar con Andy para que me recomendara algún itinerario interesante, ya conocía ya bastante de los pueblos que rodean el lago, además de Panajachel, había estado anteriormente en Santiago de Atitlán, San Antonio Palopó, San Juan de la Laguna, San Pedro,… Creo que de las poblaciones más grandes me quedaba por visitar San Andrés, pero el lago estaba lleno de otros pueblitos y asentamientos menores que seguro esconderían bellos tesoros para el viajero. Andy me dijo entonces, por que no le preguntas a la Inteligencia Artificial  (IA), le explicas tus inquietudes, le dices que eres poeta, que ya has estado antes en el lago y le dices lo que ya has visto. Después le pide que te haga una ruta para visitar sitios respondan a tus intereses y que todavía no conoces. Admito que en un principio me resistí a la idea, le tengo muchas precauciones con ese bichito tecnológico que tanto se dice que amenaza con quitarnos el trabajo incluso a los poetas, y que puede idiotizarnos a todos. Pero luego miré de reojo a mi yo viajero que me volvió a mostrar su pulgar en señal de aprobación y dije ¿porque no?

Andy me ayudo a instalarme la aplicación en mi móvil y me dio un pequeño tutorial  intensivo sobre su uso. Después me puse a la tarea, como quien entra a una gruta o una cueva que desconoce. Tengo que admitir que a pesar de mis prejuicios, la herramienta, por lo menos para esto resultó ser muy eficaz y útil. Tal y como me indicó Andy primero me presenté y la puse en contexto, luego le pedí que me hiciera la ruta. Me ofreció múltiples alternativas algunas muy interesante, yo finalmente opté por una a la que tituló La ruta Hippie que me resonó especialmente. Os traigo aquí el sorprendente resultado del experimento.

🚤 Ruta Hippie de un día

1. Panajachel → Santa Cruz La Laguna (20 min en lancha)

  • Muy tranquilo, con vistas espectaculares.
  • Ideal para empezar el día con un café frente al lago.

2. Santa Cruz → Jaibalito (5 min en lancha)

  • Un pueblo pequeñito y auténtico.
  • Si quieres, caminas el sendero entre Santa Cruz y Jaibalito (40 min aprox., vistas hermosas).

3. Jaibalito → Tzununá (10 min en lancha)

  • Otro pueblo con ambiente alternativo, más relajado que San Marcos.
  • Buen lugar para nadar en el lago si hace sol.

4. Tzununá → San Marcos La Laguna (5 min en lancha)

  • El corazón de la “ruta hippie”: yoga, meditación, vegetarianismo, talleres espirituales.
  • Puedes quedarte a almorzar aquí, hay cafés artísticos y restaurantes vegetarianos.

5. San Marcos → San Juan La Laguna (15-20 min en lancha)

  • Pueblo de murales, cooperativas de mujeres tejedoras y chocolate artesanal.
  • Mucho arte y menos turístico que San Pedro.

6. San Juan → Panajachel (30-40 min en lancha directa)

  • Regresas al atardecer con el lago iluminado de dorado. 🌅

Horarios recomendados

  • Sal de Panajachel antes de las 8:00 am para aprovechar el día.
  • Intenta estar de regreso alrededor de las 5:00 pm, porque después el lago se pone bravo con el viento Xocomil.

💰 Costos aproximados (2025)

  • Lancha colectiva entre pueblos: Q20–Q30 por tramo.
  • Lancha directa de regreso San Juan → Pana: Q35–Q40.

¡Madre mía! Me quedé ojiplático, me dio para pensar mucho, sobre el enorme reto que tiene la humanidad ante esta potente herramienta. En medio de esos pensamientos me vino a la cabeza, un vídeo que vi de mi pareja artística Guatemalteca Dahiriani que reflexiona de una forma muy emocional y divertida sobre este tema. Lo volví a visualizar 👇🏼

https://www.instagram.com/reel/DKUrbWVORYO/?igsh=Z2F1dHRtdGZjanQy

Me encanta la forma tan inteligente en que Dani le propone el reto a la IA. Volver a ver su vídeo me dejo pensando todavía más tiempo sobre tan peliagudo tema. Dani con su experimento se reconcilió con la IA, yo sin llegar a tanto admito que el mío me ha dejado sumergido en un mar de preguntas y dudas.

A la mañana siguiente me levante temprano dispuesto a realizar la Ruta hippie propuesta por la IA. Fui siguiendo la propuesta, paseando por cada una de las localidades, cada una con su peculiaridad dentro de ese universo maya. No quiero haceros una descripción minuciosa de cada una de ellas, no quiero alargar mucho más esta crónica y además para eso hay páginas web específicas que te lo cuentan mejor que yo. Me voy a entregar a la magia de la poesía para hacer un breve recorrido lírico de mi itinerario, acompañando cada una de sus estaciones de una fotografía.

Panajachel: la puerta al espejo me abre sus las aguas.

foto 01

Santa Cruz: Empinada y selvática me regala un café frente al volcán.

foto 02

Jaibalito: un pequeño secreto al sol un laberinto de bellos caminitos

foto 03

San Marcos: Donde las campanas no llaman a misa incienso, mantras, viaje interior.

Diseno sin titulo 1 1

San Juan: Una explosión cromática murales, tejidos, cacao

Diseno sin titulo 2

1 Comentario

  1. Lola

    Viajero y poeta se complementan muy bien
    Bonita crónica.
    Luces y sombras del lago reflejan las nuestras como civilización.
    Siempre me sobrecoge esa polaridad.

    Responder

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