Últimamente estoy de estreno de muchas cosas en mi vida y esto que lees también lo es. Esta es la primera entrega de la segunda etapa de lo que titulé en su día CRÓNICAS, CANTARES Y AULLIDOS, para este mi nuevo blog dentro mi renovada web. Bajo este epígrafe empecé en un lugar de La Mancha precisamente, en el año 2020 en plena crisis del Covid esta aventura de tinta y papel que se me antoja que tiene algo de quijotesca. Y es que estos textos híbridos se van escribiendo a veces en prosa, a veces en verso pero siempre al palpito de la vida, entre el periodismo, la poesía y otras hierbas.
Realmente no deja de ser sólo un pretexto para decir la mía, y escribir de lo que me zarandea el alma en cada momento. Una manera de meterme en todos los charcos (filosóficos, poéticos, ideológicos, políticos, éticos, espirituales,…) de hacerme cronista de la rabiosa actualidad, tanto la de mi pequeño entorno personal como también de la gran actualidad global de este convulso mundo y este tiempo que nos ha tocado. En ambas esferas tanto la pequeña y biografía como la grande que abarca toda la humanidad y este planeta azul azotan terribles pandemias, guerras, crisis, y colapsos,…, pero también para quien lo sepa verlas sutiles bellezas, esperanzas indómitas, milagros cotidianos,…

Como decía estas CRÓNICAS, CANTARES Y AULLIDOS, después de un paréntesis de silencio empieza hoy una nueva etapa bajo otro cielo. Y es que hace ahora un año precisamente que dejé La Mancha rumbo de nuevo al sur, hasta para llegar a Casarabonela, el pueblo blanco de donde viene mi sangre y desde el que se asoma la casa de mis padres oteando el litoral malagueño.
Llegué a aquel verano del 2023 como eso que dice Fito Cabrales en su famoso estribillo después de un invierno malo y una mala primavera. El caso es que la vida se atormentó y le dio por soplar todas las ventoleras al unísono; locuras, enfermedades, muertes, desamores, abandonos… De aquella tormentosa llegada, me costó su tiempo rehacerme. Tuvo que pasar un mes con sus treinta amaneceres para vislumbrar de nuevo una mínima esperanza y poder escribir y cantar al fin este poema.
LA CASA DE LOS AMANECERES
Esta mañana por fin siento que he llegado
un mes más tarde que mi cuerpo apaleado
pero he llegado por fin a este balcón
y me he asomado al azul de un nuevo cielo
que me resulta extrañamente familiar.
Esta mañana he abierto sus ventanales
para respirar su vespertino paisaje
y he mirado al Sol cuando despunta
como si fuera un águila desde su peña.
Me he permitido por fin el lujo
de dejarme perder el tiempo
viendo como el amarillo solar se derrama
como un alud de oro despertando
lentamente la vida de este valle
que tanto huele a infancia y a regreso.
Y también he escuchado esta mañana
esa banda sonora del valle despertando
ese enjambre de gallos, herramientas,
pajarillos, neumáticos, brisas, ladridos,…
que acompañan a la luz mientras avanza
por las escarpadas montañas y las redondas lomas
llenas de casitas y pueblos de cal.
He sido por fin capaz de dejarme acariciar
por este Sol y esta esta mañana
y su paisaje me ha parecido un espejo,
me veo reflejado en su geografía mestiza
a la vez salvaje, rural y urbana
en la maraña indómita de sus pocos bosques
y en la belleza de tapiz de sus cultivos.
Me reconozco incluso en lo que ya no está
pero se quedó flotando en mi recuerdo
como aquel huerto del árbol de la pandilla
donde mi niño jugaba alegremente
a metro y poco del suelo.
Incluso me reflejo en ese zigzag
de la carretera que siguiendo al Guadalhorce
se pierde buscando la salida del valle
allá a lo hondo donde están Málaga y el mar.
No está mal como refugio y atalaya
no había podido sentir esta luz
y este paisaje hasta esta mañana
y eso que el sol ha acudido fielmente
a su cita en mi balcón todos estos días.
Yo he estado enredado en mis tinieblas
mirando hacia atrás por el retrovisor,
persiguiendo fantasmas y quimeras
echándome sal en las heridas.
Menos mal que en esta clara mañana
parece que ha llegado por fin mi pobre alma
aunque sea con un mes de retraso
y he podido ver por fin como amanece
en mi nueva-vieja casa de los amaneceres.
Una extraña esta manera de volver
como el salmón remontando el río
para llegar yo y mi alma a este paisaje
donde cada alborada arde un nuevo Sol.
Ahora sólo queda reinventarme unas alas
con las que echarme a volar de nuevo.
12 de septiembre de 2023 Casarabonela.
El poema expresa mi crisis, entendida a la manera de Gramsci como ese tiempo fronterizo en el que igual que ocurre con los amaneceres lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer
Y tras este poema la vida continuo y vino otro invierno menos malo y otra primavera ciertamente mejor, todo hay que decirlo. Parece que el insobornable Sol del sur está poco a poco sanándome las heridas, resucitándome, reinventándome, espantando a duras penas mis noches y soledades. No es fácil sin embargo hacer balance de este año de claroscuros y entre los azules de vez en cuando siguen tocando día grises .
Sea como sea aquí sigo bajo este implacable Sol andaluz, viviéndome y escribiéndome. Y esta mañana mirando la batalla de luces y de sombras que incendia el horizonte, me incendié también yo recordado estos versos de fuego de Luis Cernuda.
Sombra hecha de luz,
que templando repele,
es fuego con nieve
el andaluz.
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